Un poco antes de finalizar la década del 40′, en 1947, en la portada de Bohemia asoma una figura exclusiva que conjuga, por primera vez en la lámina alegórica, dos técnicas: la fotografía y el dibujo.
El diseño libre se fusiona con la instantánea fotográfica y se obtiene una imagen que está más cercana a los cánones estilísticos de la década posterior.
Esta alegoría insiste en el uso de vestimentas clásicas, el gorro frigio y el haz de varillas proveniente del escudo. Similar en el gesto a la portada de 1939, la reflexión apática se percibe en su mirada.

